Las prendas de vestir representan un fenómeno cultural muy importante relacionado con la sociedad en su conjunto, sus grupos individuales, pero también con el individuo mismo, la existencia física del ser humano, y en general, su personalidad. La ropa es un activo cultural que es testimonio de los muchos elementos y partes de vida de la sociedad humana a lo largo de la historia, desde las primeras civilizaciones conocidas hasta hoy en día. Aparte de satisfacer el propósito y función de proteger el cuerpo humano, la ropa también representa algo que pertenece a la integridad e identidad de cada uno de los miembros de la sociedad individualmente. Nos conocemos y reconocemos por la ropa, y la usamos para presentarnos a los demás. Con la ropa nos distinguimos del resto del mundo, y gracias a ella simultáneamente, formamos la parte de un mundo particular. Debido a todo esto, la ropa también juega un papel importante en la distinción de ciertos grupos sociales, principalmente clases sociales, y luego capas sociales dentro de las clases mismas, entonces las ocupaciones, gremios, rangos, y así hasta la distinción individual y personal de personas diferentes dentro del mismo grupo social.
El traje tradicional utilizado por la población de un área particular encaja en la imagen del paisaje y nos revela las ramas básicas de la economía, del traje se pueden leer las condiciones climáticas, en el traje se refleja el bienestar de la comunidad en general, así como las condiciones económicas de cada individuo y de su familia. Además, el traje tradicional esconde en sí mismo rastros de aquellos acontecimientos históricos que tuvieron importancia en el pasado y que dejaron su sello en su diseño. Finalmente, el vestuario popular es una imagen de habilidad, comprensión artística y alcance creativo de la población, que en este requisito esencial para vivir, encontró un medio a través del cual habló de lo más profundo de su ser, para, a su manera, expresar también la tendencia hacia la belleza.
El entorno natural, las influencias culturales e históricas y el propio espíritu creativo de la gente son tres factores que siempre están presentes en el diseño de un traje folklórico y por eso la vestimenta tradicional representa uno de los logros más complejos del arte popular. Sin embargo, la ropa que ha sido moldeada por la gente a lo largo de los siglos, aparte del propósito práctico y útil, y más o menos, de significados artísticos expresados, tiene un significado más profundo, el irreal, mágico, al que muchas veces se subordinan tanto el componente práctico como el artístico. La forma de vestirse en un círculo de un entorno campesino cerrado contiene, sobre todo, ciertas reglas establecidas por una tradición centenaria, las reglas cuales la gente obedecía y de las cuales pocas veces se desviaba.
A través de estas reglas, hechas leyes en la tradición popular, el traje tradicional adquiere un significado social, lo que indica el estatus social del individuo en una comunidad rural. El traje tradicional es el marcador externo visible de esa posición, en cierto sentido es el carné de identidad de cada miembro de esa comunidad, principalmente de los miembros femeninos en esa sociedad específica.
Cada etapa de la vida, cada acontecimiento y cada cambio importante en la vida, desde la infancia, pasando por virginidad („đevovanje“), el período de compromiso y la boda, la luna de miel después de la boda, la maternidad, la adultez y la viudez – todo esto a menudo se puede percibir en la ropa prevista y prescrita para alguna festividad. Al añadir a todo esto la vestimenta ritual imprescindible en ciertas costumbres, nos damos cuenta de la riqueza de varios tipos, clases y subclases que encontraremos en los trajes nacionales y de que se trata de una tesorería inagotable que hay que descubrir, conocer y comprender los valores que atesora.
Un papel importante en la desaparición de los trajes tradicionales del uso cotidiano desempeñó el hecho de que al final del siglo XIX las grandes cooperativas familiares se dividieron en las familias independientes (nucleares). Las cooperativas en algunos casos solían contar con varias decenas, e incluso cientos de miembros, y todos los trabajos estaban organizados y divididos entre numerosos miembros según las reglas estrictas, establecidas por la tradición. En una vida en cooperativa a las mujeres les tocaba encargarse de hacer la ropa para todos los familiares, y los materiales para fabricación de la ropa se producían mayoritariamente en el entorno autárquico. Las mujeres se dedicaban al cultivo, producción y procesamiento de materias primas textiles, cuidaban de su hilado, teñido, tejido de lienzo, de tela, e incluso de seda y, finalmente, del coser y decoración de la ropa para todos los miembros de la cooperativa.
Este deber tan importante, después del colapso de las cooperativas, ya no podía ser superada por la ama de casa en una familia independiente. Ella ya no tenía tiempo ni fuerza de encargarse de este deber, como se ocupaba de otras tareas de casa. Por lo tanto, podemos decir que con la disolución de las cooperativas familiares, el traje tradicional también estaba condenado a la extinción. Por supuesto, esta no es la única razón de decadencia del traje tradicional en nuestra cultura. De ninguna manera se debe pasar por alto que otro factor significativo también ha desempeñado un papel importante en dicho proceso. Se trata de desarrollo de la tecnología. Como consecuencia del progreso técnico, los vínculos comerciales con el mundo, un mundo fuera del marco más estrecho de su tierra natal, son mucho más rápidos y fáciles. A la cuenta de los talleres de manufactura se desarrolla la industria textil, lo que da impulso al comercio, que encuentra cada día más consumidores para sus productos no solamente en zonas urbanas sino también en las rurales. Es comprensible que la vestimenta tradicional no experimenta su última fase de misma forma ni al mismo tiempo en toda la región. Los hombres rechazaron el traje tradicional más rápidamente, mientras que la vestimenta tradicional de las mujeres generalmente pasó por varias etapas de transformación y se sostenía en vida por un tiempo bastante más largo, incluso, pero raramente, hasta el día de hoy. Sin embargo, donde el traje tradicional sigue llevándose, ha perdido mayoritariamente su pureza de originalidad, la belleza de la artesanía y la variedad de formas. Lo viste únicamente la gente mayor, lo que significa que solamente se utiliza la variante más modesta, y ya en combinación con los elementos urbanos más nuevos. Y si la vestimenta tradicional antigua sigue guardándose en cofres, muchas veces no se sabe ni cómo se ponía ni para qué. El problema especial para realizar el atuendo antiguo completo representa el calzado y el tocado (“oglavlje”), que por lo general están completamente perdidos, y son muy importantes en la imagen final de cada atuendo tradicional completo.
La mayoría de los trajes tradicionales serbios conservados que nosotros conocemos data de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. La diversidad y la riqueza de formas y ornamentos se encuentran tanto en la vestimenta tradicional de la mujer como en la del hombre, y cada área se caracterizó por sus propios trajes. Según la manera de vestirse no solamente se reconocía de dónde uno viene, sino, especialmente en las comunidades étnicas mixtas, a qué comunidad étnica, nacional o religiosa uno pertenecía.
En la gran diversidad de las formas de vestimenta, además de las formas de los trajes de un área rural a otra, se notan claramente las diferencias en la vestimenta entre la población urbana y rural. El traje tradicional urbano en la mayor parte del espacio étnico serbio se desarrolló bajo la influencia turca (oriental), y más tarde, como en las ciudades de la región de Panonia y de la costa del Adriático, principalmente bajo la influencia europea. El traje urbano del estilo balcánico oriental, elaborado de telas caras y con bordados ricos de oro y plata, era de artesanía de alta calidad. Los trajes tradicionales de los campesinos, por el contrario, eran en su mayor parte el producto de artesanía doméstica y rural, tanto en los materiales usados como en el diseño, y así fue hasta los principios del siglo XIX. Fueron diseñados y hechos por las mujeres, mientras que ciertas partes fueron hechas por los artesanos del pueblo. La experiencia y la tradición se transmitieron de mayor a menor, de generación en generación. El primer vistazo a varios trajes de los campesinos nos revela ciertas peculiaridades en la fusión de rasgos funcionales, artísticos y estéticos de la ropa en áreas más amplias. La misma o semejante manera de contribución, condicionada por entorno geográfico, luego por la historia y el desarrollo de la sociedad y la cultura, afectaron la creación de ciertas vestimentas dentro de las áreas geográficas y culturales más grandes, como por ejemplo el área Dinárica, la costa Adriática, los Balcanes centrales y Panonia. En cada área, dado el material para diseñar y decorar las prendas que el entorno proporcionaba, luego las formas de cortar y de decorar, así como la tradición de vestirse y las capas sociales, se distingue el tipo básico de traje tradicional, lo que ocurre en muchas variedades de vestimentas y ornamentos.